domingo, 21 de junio de 2015

"Qué mentirosillo es este título"

Hoy va de mentiras. ¿Por qué? Porque me sale de los hue... cos de la nariz.
Y eso es....
...¡MENTIRA! (Nota para torpes: En realidad no, sólo es una expresión).

Mentiras piadosas, mentiras a medias, mentiras por omisión... Hay la tira de tipos de embustes. Muchos no tienen consecuencias por el contexto en que se sueltan. La mayoría son completamente egoístas. Muchos meten al personal en jaleos. Vamos que el tema es más complicado que conversar con una almeja.

Siempre que le doy vueltas al tarro con este tema se me viene a la cabeza la imagen de cierta monja de mi primera escuela... No era una de esas monjas gruñonas que se venden por ahí, de esas de regla y puños. ¡Nah! Era simplemente la pobre mujer a la que le tocaba aguantarnos en clase de religión. Bueno, y de lengua, y de mates... Madre mía pobre mujer.
En fin, el caso es que la mujer nos contaba lo malo que eran mentiras, que eran un pecado, que hacían daño a los demás... PERO que existían las mentiras piadosas. "Las mentirijillas".
¡Aaaah! Esas fantásticas y bondadosas mentiras que nos ayudan a creer que nuestro erizo de plastilina es el más guay de toda la clase. Todavía me lo creo, y eso que el bicho tenía un ojo tuerto... Pero espera, espera, espera. ¿Era mi erizo el mejor? El recuerdo de mi compañero de pupitre dice que sí, mi confianza infantil en mi talento para modelar dice que sí, mi nota dice que sí. Sin embargo el capullo de la clase dijo que no, mi incredulidad de adulta dice que no, ¡el ojo tuerto dice que no! ¿Qué creer entonces? ¿Es importante que sepa la verdad? ¿Puedo vivir creyendo una mentira?
A esto ultimo mi respuesta es SÍ. Ni de coña voy a creer lo contrario, porque mi erizo era el FUCKING KING de los erizos de plastilina.

Estoy segura que muchos dirían, que de ser mentira esta sería, sin duda, una mentira piadosa. Puede que incluso dijeran que ha prescrito. Aún así puedo anunciar sin sonrojarme que vivo con mentiras a diario, y no todas son piadosas.
No será este hobbit quien se justifique de sus comportamientos mezquinos, aunque voy a decir algo en lo que, mentira o no, creo firmemente: Las mentiras, ya sean buenas o malas, piadosas como mi profe-monja o abominables como el hombrecillo peludo del Himalaya, son inevitables. Existen y hay que lidiar con ellas.

¡Hala, que gusto me he quedado!


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